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Biden pedirá a Xi el miércoles que China presione a Irán para evitar una escalada en la guerra de Gaza | Internacional

Los presidentes de Estados Unidos, Joe Biden, y de China, Xi Jinping, se reunirán el próximo miércoles en el área de la bahía de San Francisco. El anuncio oficial este viernes de la Casa Blanca y de Zhongnanhai [la residencia en Pekín de los líderes del Gobierno chino] confirma la esperada reunión entre los líderes de las dos principales economías del mundo, la primera entre ambos en un año y fruto de un delicado ballet diplomático de visitas de altos cargos que se ha prolongado meses. Su encuentro busca estabilizar la complicada relación bilateral entre unos rivales que se necesitan mutuamente, en un momento de fuertes turbulencias en el tablero mundial.

La crisis en Oriente Próximo saldrá a relucir en el encuentro. China, que trata de presentarse como líder del sur global, ha sido uno de los primeros países en pedir un alto el fuego, aunque trata de no alinearse —o enemistarse— con un lado u otro. Según altos funcionarios estadounidenses, que hablaron con los periodistas sobre la reunión bajo la condición del anonimato, es probable que Biden pida a Xi que China ejerza su influencia sobre Irán para dejarle claro que no debe dar pasos que puedan ampliar el conflicto. “Si Irán emprende acciones provocadoras, EE UU está preparado para responderlo y hacerlo rápidamente”, añadió la fuente estadounidense.

Será solo la segunda vez en que ambos presidentes se hayan visto cara a cara desde la llegada de Biden a la Casa Blanca hace casi tres años. En la primera, celebrada en noviembre del año pasado en Bali (Indonesia) durante la cumbre del G-20, los dos acordaron detener la caída libre en la que habían entrado los lazos bilaterales más importantes del mundo desde el mandato de Donald Trump. En esta ocasión, según la Casa Blanca, se trata sobre todo de mantener las líneas de comunicación abiertas y gestionar la rivalidad mutua de manera responsable.

El momento de la reunión es clave para ambos. A un año de las elecciones estadounidenses, Biden atraviesa horas muy bajas en su popularidad, mientras las guerras en Ucrania y entre Israel y Hamás amenazan con marcar su presidencia. En Pekín, Xi afronta una economía alicaída, la más endeble de los últimos 30 años en China. Se acercan también las elecciones de enero en Taiwán, la isla autogobernada de sistema democrático que China considera parte de su territorio. A ninguno de los dos líderes les convienen escaladas en la tensión entre sus respectivos países.

No parece, a simple vista, que vayan a producirse grandes progresos en la relación, ni que vaya a haber anuncios ambiciosos. La época en la que ambos países alardeaban de pactos y memoranda de entendimiento en cada reunión —aunque con frecuencia esos acuerdos quedaban en agua de borrajas— ha terminado. Ahora, el hecho de que los dos presidentes se reúnan frente a frente ya representa de por sí un avance.

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“Los líderes abordarán asuntos de interés en su relación bilateral, la importancia de fortalecer las líneas de comunicación abiertas y la gestión responsable de la competición, así como toda una gama de asuntos regionales, globales y nacionales”, han apuntado los altos cargos estadounidenses.

En esa gama de asuntos figurará en lugar muy destacado Taiwán, la principal fuente de roces entre los dos países y la prioridad absoluta de la política exterior china. Pekín se opone a que el gobierno en Taipéi pueda declarar la independencia y vigila con lupa lo que pueda ocurrir en los comicios de enero. Tras dos mandatos de la presidenta Tsai Ing-wen, del Partido Demócrata Progresista, en los que los lazos entre ambos lados del estrecho se han hecho cada vez más tirantes, Xi prefiere una victoria del conservador Kuomintang, más abierto a Pekín. El presidente chino querrá escuchar de su homólogo la posición oficial estadounidense de no apoyo a una hipotética independencia taiwanesa y, quizá también, una declaración de que no tiene un candidato preferido en los comicios de enero.

El presidente estadounidense también pedirá a China medidas para controlar el flujo de productos químicos para la fabricación de fentanilo que salen de su territorio y que alimentan una epidemia que causa decenas de miles de muertes en Estados Unidos, la mayoría entre jóvenes.

Los dos mandatarios también abordarán asuntos globales de interés común, como la lucha contra el cambio climático, tras el cierre con éxito de una ronda de conversaciones entre sus respectivos enviados para esta crisis, John Kerry y Xie Zhenhua, esta semana en California.

Según los altos funcionarios estadounidenses, Biden también abordará con su homólogo chino la importancia de restablecer las conversaciones entre sus respectivos ejércitos, suspendidas por Pekín después de que la entonces presidenta de la Cámara de Representantes de EE UU, Nancy Pelosi, viajara a Taiwán en agosto de 2022.

Washington insiste en la necesidad de establecer vías de comunicación de militar a militar, para evitar que algún incidente pueda acabar desencadenando, sin pretenderlo, una crisis grave. Ambas fuerzas mantienen roces frecuentes en las cercanías de Taiwán y en el mar del sur de China, del que Pekín reclama soberanía sobre la mayor parte de sus aguas, mientras que Estados Unidos lleva a cabo patrullas periódicas en defensa de la libertad de navegación.

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