lLa idea según la cual “hay que limitar el calentamiento a 1,5°C, de lo contrario será una catástrofe”, traducida en el objetivo de neutralidad de carbono en 2050 para todos los países, todos los sectores juntos, tuvo el mérito de desencadenar un ciclo de alertas, denuncias de inacción y anuncios proactivos de las autoridades públicas. Pero, frente a los retrasos en la implementación debido a las dificultades para involucrar a los actores en el terreno, y a la creciente brecha entre la exhibición de ambiciones y la realidad, ha surgido un viento en contra del tipo “nadie quiere (o no puede) pagar la cuenta”.
Ahora debemos volver a lo que realmente dice el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) para evitar que los discursos sobre la emergencia climática susciten líneas de división paralizantes (nuclear versus viento, sobriedad vista como falsa nariz de la austeridad, tensiones en torno a la carne o los vuelos aéreos). , o incluso insinuaciones sobre una dictadura verde en nombre de la “falsa ciencia” del IPCC. De hecho, la opinión pública, que oscila entre la ecoansiedad, el deseo de cambio y la resignación, sigue esperando predominantemente políticas creíbles y ambiciosas.
En su sexto informe, el IPCC explica que el cambio climático ya está causando daños sustanciales a los ecosistemas, la salud humana y la seguridad alimentaria, y que cada décima de grado adicional cuenta. Concluye que los costos generales de estabilizar el calentamiento a +2°C, lo que implica la neutralidad de carbono alrededor de 2075, se justifican en gran medida por el daño evitado.
Relación costo-beneficio
Pero no comenta sobre esa relación costo-beneficio para techos de temperatura más baja. En su informe especial 1,5°C, indicó, por otro lado, que este objetivo requeriría un precio del carbono alineado con la realidad de los costes tres o cuatro veces mayores en 2030 que el requerido por 2°C, es decir, de 370 a 500 euros. por tonelada de carbono en todos los países. Un shock que los países pobres no deberían absorber mediante simples transferencias financieras, ni siquiera las generosas. Sobre todo porque la media de los escenarios a +2°C, como los que apuntan a +1,5°C, arrojan el mismo pico de temperatura de +1,7°C, antes de volver a +1,6°C y +1,4°C respectivamente en 2100.
La trampa sería sacar de esta extrema dificultad para estabilizar el calentamiento a +1,5°C un escenario que enfrente a aquellos que quieren mantener 1,5°C para estar seguros de permanecer por debajo de 2°C, con aquellos que consideran que todavía nos quedan veinte -cinco años para evitar superar los +2°C. ¡Pero no estamos en una negociación donde los sindicatos piden a los empresarios un aumento del 30% para obtener el 10%!
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