“El desempleo está cayendo porque aceptamos salarios de miseria y contratos de duración determinada”

Cuando le hablamos de vacaciones, Joao Lima pone los ojos en blanco. «Hay tanto trabajo, ¿cuándo quieres que me vaya?» » Desde hace cuatro años, aparte de la pandemia de Covid-19, el lisboeta de treinta años trabaja como camarero y guía turístico. “Agotador, pero no me quejo” añade modestamente.

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En 2012, tras dejar la escuela de traducción, Portugal se hundía en la recesión: era imposible encontrar trabajo. “Estuve cinco años en paro: fue terrible. Todos los de mi generación estaban en el mismo barco. » Algunos de sus compañeros se han ido al extranjero. Los que se quedaron resistieron gracias a la solidaridad familiar. Joao Lima encontró trabajo en 2017, cuando finalmente la economía se reinició.

Desde entonces, Portugal ha experimentado una recuperación económica impresionante, al igual que sus vecinos del sur de la zona del euro, que se vieron fuertemente penalizados por la crisis de deuda de 2010. En 2023, su producto interior bruto (PIB) aumentó un 2,3%, tanto como el de Grecia (2,3%) y España (2,5%), mientras que el conjunto de la zona euro se ha estancado (0,5%). Italia está un poco por detrás (0,7%), pero le va mejor que Alemania (–0,3%).

Debilidad en el entrenamiento

Impulsada por esta recuperación, la mejora en el ámbito del empleo ha sido espectacular: la tasa de desempleo portuguesa, que alcanzó un máximo del 17,9% a principios de 2013, cayó al 6,6% a finales de 2023, según Eurostat. En Grecia, cayó del 27% en 2014 a menos del 10% en la actualidad. Italia creó 456.000 puestos de trabajo entre finales de 2022 y finales de 2023, según el instituto nacional de estadística (Istat), mientras que la tasa de desempleo se situaba en el 7,2% en diciembre de 2023. En España, todavía alcanza un máximo del 11,7%, pero es la mitad que en 2013 (26%), y el país creó 783.000 puestos de trabajo en 2023. Un récord, si excluimos el repunte post-Covid de 2021 y las importantes regularizaciones de trabajadores irregulares en 2005.

Lo único es que, a pesar de estas buenas cifras, las debilidades estructurales del empleo local siguen siendo importantes. Las disparidades entre regiones son asombrosas: la tasa de desempleo apenas alcanza el 6,3% en el País Vasco español, frente al 17,6% de Andalucía, y el 4,8% en la Lombardía italiana, frente al 17,1% de Campania.

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A esto se suma una persistente debilidad en términos de formación: más del 35% de los portugueses, italianos, españoles y griegos mayores de 25 años tienen un nivel inferior al bachillerato, frente al 20% de media en la Unión Europea, según Eurostat. Sobre todo: a pesar de la recuperación económica, la precariedad sólo ha disminuido ligeramente.

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