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“La ley de “inmigración” es una grave falta política y ética”

METROIncluso si fuera parcialmente invalidado – lo cual es probable – por el Consejo Constitucional, el proyecto de ley relativo a la inmigración aprobado el 19 de diciembre, en particular las disposiciones que establecen la “preferencia nacional”, marcará con una piedra negra este mandato de cinco años y nuestra política y la historia social. De hecho, el apoyo de la mayoría de los parlamentarios a artículos que excluyen, durante un largo período, a los extranjeros de los beneficios familiares y sociales no es sólo una grave falta política y ética, sino una aberración de política pública.

En su redacción actual, el texto prevé que las poblaciones extranjeras en situación legal no tendrán derecho a percibir prestaciones familiares ni subsidio de autonomía personalizado durante un período de treinta meses para quienes trabajen, y de cinco años para quienes trabajen. aquellos que no trabajan; estos últimos también quedan excluidos de beneficiarse de la asistencia para la vivienda. Sin embargo, estos subsidios permiten a los adultos que trabajan o buscan trabajo ayudar a sus hijos o seres queridos con discapacidad a “sobrevivir”.

Tienen autorización para estar en el territorio, pero ¿cómo vivirán allí dignamente sin estos complementos? En los sectores llamados “estresados”, como la asistencia social, la construcción o incluso la restauración, los salarios son bajos y no permiten a las familias salir adelante. Para las mujeres inmigrantes, a menudo solas, que ocupan casi todos los puestos de trabajo en el sector médico-social, no es posible sobrevivir sin ayuda para los hijos.

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Estas poblaciones, que Francia necesita, serán por tanto precarias, con la tentación de una actividad complementaria no declarada. Presos de redes de delincuencia y trata, pueden verse tentados por el retraimiento comunitario o incluso el separatismo.

Regresión sin precedentes

A esto se añade, en términos puramente administrativos, la improbable y pesada burocracia que hay que implementar para realizar la “clasificación” entre los inmigrantes, para contar los diferentes retrasos según los diferentes estatutos -y no se trata de ahorros hipotéticos en dinero no distribuido-. Beneficios sociales que compensan los costos incurridos. Si bien el proyecto de ley se titula “mejorar la integración”, estas medidas contraproducentes no lograrán el objetivo que se ha fijado. En términos de efectividad de las políticas públicas, esto es una aberración.

Pero hay algo peor: estas medidas confirmarán jurídica y políticamente la idea de que el extranjero, por no ser francés, es un ciudadano extracomunitario de segunda categoría que no tiene derecho a prestaciones familiares, mientras se encuentre en situación regular y respete las leyes de nuestro país. Estas prestaciones, sin embargo, se basan históricamente en el principio de universalidad, precisamente porque la política familiar francesa, diseñada en la Francia del general De Gaulle, no distinguió, en los derechos de la familia, y en particular del niño, los orígenes de fortuna o procedencia. Regresión sin precedentes: es la primera vez que Francia realizará una clasificación a tal escala en función del origen.

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