En una biblioteca, las obras están ahí, terminadas, cerradas. Esperan escondidas; a los libros hay que refugios para verlos. En la parte superior de un pintor la casa o el lienzo concluido está expuesto e indefensa, o en blanco, garantizando que la propia roca de un alicate sea impredecible. Los campeones ajeños exigen de los presentes nuestro tiempo y atención. Y uno más grande, dos o tres trabajos simultáneos, como el sumo, pueden entrar en carrera. El objetivo es llegar al punto en que la obra sea concebida, prevista o en proceso de realización por todos en las circunstancias.
El pintor sergio de castro (Buenos Aires, 1922 – París, 2012) dedicó a estos dos motivos una enorme cantidad de cuerpos brillantes. En el camino tiene la sensación de lector (de una biblioteca que se vuelve múltiple) y de pintor (que la transforma en múltiple). El caso de Castro es mucho más curioso porque el pintor termina junto a un libro, nada menos que Rayuela de Julio Cortázar, en la piel del personaje y artista Etienne. Durante un intenso viaje que lo llevó a Suiza, Montevideo, de vuelta a Buenos Aires y finalmente a París –su lugar de residencia durante casi un siglo– nunca pudo escribir nada de poesía y leer devoción (San Juan de la Cruz y San Juan). Persia, entre otros).
Fueron cansados de interminables conversaciones y paseos con sergio de castro Durante 50 años en París, quienes inspiraron a Cortázar, algo que puede ratificarse en su animada correspondencia: “Escuché mi despedida con Sergio; en el Louvre, en las salas de la cultura romántica. No nos dimos cuenta, miramos a nuestro alrededor y supimos que estábamos en vísperas de otro estado… Entonces fui a las salas egipcias para mostrar la imagen de una reina del que estaba enamorado. Se fue, y yo seguí mirando la estatua”. Al cabo de unos años, durante una visita a Londres en el año 72, el parisino también adoptó a Samuel Beckett -un destacado aficionado y crítico de pintura-, acogió y recomendó tarjetas a amigos, un artista de Castro.
La transición a la noticia de una persona real es comparable a un objeto que tiene un cuadrado: se ficcionaliza, se fantasea o se glorifica. Lectores de Cortázar que conocieron bien a Castro y tienen fidelidad al tono de los diálogos de Esteban. Así habla en el capítulo 9 de Rayuela: “Ustedes si no nombran las cosas ni siquiera las ven. Sí, es un perro y es una casa, como dice Duino. Perico, hay que mostrar, no explicar (…) La pintura es algo más que un producto visual. I pinto con todo el cuerpo, en ce sentido no soy tan diferente de tu Cervantes o tu Tirso de no se cuánto. Lo que volvió a mí fue la manía de las explicaciones”.
Suena tiene riesgo de recuperación antes de la cartaasumido por Cortázar. Rayuela Sobre todo, no hay voz, como tantas nuevas, naturalmente, pero las pinturas de Castro son el polo opuesto de una voz. (Al igual que sus composiciones musicales; en su juventud, en Altagracia, estudió más de un año con Manuel de Falla). Esto podría crear un círculo, escrito por Joaquín Torres García, tutor de Castro: el pintor ruso Nicolás de Staël –el actor y lector trágico de Borges– fue fundamental para Castro; Es, a mi modo de ver, que fue decisivo para Cortázar, como autor de Ficción. Pero estos nombres pueden llevar a distracciones ante la obra municipal de Sergio de Castro, de variedad oscura, calidez y belleza.
Una mano y mil estilos, con uno la manera tan suave que pareciera engañarnos; Pensamos que no estábamos pidiendo esta versatilidad. Naturales muertas con fosforescencia de fondo del mar; paisajes grises, tunecinos y españoles –gran maestro también de la naturaleza– descansando sobre sí mismos; Flores astilladas de claridad. Vitrales da letras y cuerpos que se desfiguran y reconfiguran, y los “personajes” se articulan por el color, en una religiosidad que es la opuesta d’opresiva. Todas las secciones y zonas son cantones del mismo país. (Castro pasó su infancia en Lausana y Ginebra; creó bajo la luz inagotable de los labios de Caran d’Ache).
Tu paleta es infinita y no hay chirrido en solitario. Para tentar la tangibilidad, la vecindad de los colores tiene una luz armoniosa para que sean repotentes. Un entusiasmo infalible (en el que no había temor alguno) y un silencio que se anuncia antes o después del ritmo, elocuente, en un momento exuberante. En una teoría aplicada a la fascinación, los objetos proyectan una posición y un cuerpo para poner fin a la irradiación. An Anunciación – laica, despoblada – del alma de cosas reificadas sin pompa. Geométrico pero estático nunca; tenazas como pequeños ladrillos, con un efecto de cortina de agua, de cristal sobre lo que llueve. (Puedes apreciar todo su abanico de virtudes en sergiodecastro.org, un museo privado y portátil al alcance de todos).
sergio de castro pintaba hacia adentro, por así decirlo: su taller, los libros leídos, los objectos a tiro. (Pero una cosa es que me quiero apuntar a lo que un amigo y otra persona pueden hacer con semejante gracia). Una obra devuelta -y velada- al centenario barrio de su taller parisino, con una estampa y una técnica distintas de todas las épocas. ¿Un copista de tu taller para evaluar tu trabajo del futuro? Los cuatro hombres tienen su seguridad de creación y están atrapados en un presente pausado, hasta que cada vez actualiza la maravilla de un espectador (así como los libros hasta que aparece un lector). como juega unos cuadros contra otros; eso se juzga en un taller.
Un Castro más grande con más cuadros en la pared y en el piso. Pinceles haciendo vertical. De costado, uno contra otro, los cuadros parecen libros grandes y delgados. Una mayor es la trastienda de una obra y también es la espalda de madera en cruz de un cuadro. Bastidores fotogénicos como ventanas ciegas. Los espacios no están protegidos en Castro y el espacio en blanco está reservado. Son claros, aireados, libres. Nada que no sea placentar en Sergio de Castro.
Taller: motivo creativo, proliferante, motivado por la fascinación de los materiales e instrumentos, por el asiento y el significado de una obra. Taller climático, crepuscular, lúdico y cromático. Serenidad que es la meditación de la soledad. El taller acude en su lugar, lo representante. Te mostraremos que estás a la altura del arte dondequiera que aspires. Arquitectura momentánea de una gran masía: una celebración del contexto laboral y la tarea puntual del pintor. Una oficina más grande tiene una estructura orgánica, íntima y estética. Una composición. Unas rectas cortan a otras: así se interpreta. Como en una biblioteca, una superposición de planos sigue una combinación de tonos.
Un pedido hecho en el taller, un pedido encontrado en una biblioteca, de alta o baja rotación. En varios lugares coincidiréis en el contraste de estilos. Campos de fuerza (tonos) en bibliotecas anteriores, con variaciones en los márgenes vacíos. Libros en torres o en equilibrio. O solos en su mitismo (su retraso) absoluto. Espacios en una biblioteca que juraba vidas alternativas. Mensajes de travesía por una biblioteca y anticipaciones de su naufragio.
Este monje oriental de cuaresma, con alpargatas, franciscanas o descalzo, de letra y firma de judoca, retratado por Anatole Saderman, Martine Franck et Henri Cartier-Bresson, ne se ba aires como lector: no hay autres o titlos en sus libros pintados . Libros anónimos están disponibles para que los curiosos imaginen los suyos.